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20 nov 2010

EN JAQUE PERMANENTE.

Aunque en un arranque juvenil aprendí a mover malamente las piezas de ajedrez, mi temperamento hiperquinético fue el peor enemigo que tuve que enfrentar tablero de por medio, y me dio jaque mate tantas veces que opté por rendir el rey ante mimismo, como diría Lindoro, el personaje del programa “Deja que yo te cuente”.

Sin embargo, me quito el sombrero ante el juego ciencia y sus maestros, ya sean grandes, nacionales o internacionales. Precisamente de un ser excepcional quiero referirme al acercarnos al 19 de noviembre de 1888, fecha en que naciera en la ciudad de la Habana, José Raúl Capablanca, hace 122 años.

Reconocido como un ajedrecista fuera de serie en todo el mundo. Desde muy temprano demostró sus cualidades pues aprendió a jugar con su padre y en una ocasión en que Don José movió el caballo de forma incorrecta, le demostró el error, con lo cual dejó sorprendidos a todos los presentes; tenía entonces solo 4 años. Al cumplir los cinco su progenitor comenzó a llevarlo al Club de Ajedrez de La Habana, y derrotó a los mejores jugadores de allí. Desde ese momento se le conoció como el Mozart del ajedrez.

A los doce se coronó campeón nacional.

A los 33 años le arrebató la corona mundial al alemán Emanuel Lasker y reinó durante los siete años siguientes hasta ceder ante el ruso Alexander Alekhine. Lo que apenas se conoce es que dicha partida se extendió por tres meses.

Sus más memorables partidas fueron las que enfrentó a Marshall, Kostic, Lasker y Euwe.

Participó en los Campeonatos de San Sebastián, 1911; Nueva York, 1927; Moscú, 1937; y Nortinghan, 1938; y nunca quedó por debajo del tercer lugar excepto en la última de ellas. Pero lo más significativo es que cuenta en su record diez años consecutivos sin perder una partida; y la simultánea contra 350 tableros.

Según algunos estudiosos del juego ciencia, era un ajedrecista intuitivo, capaz de echar por tierra las variantes más famosas producto de años de estudios, gracias a su intuición o golpe de vista. Eso que él mismo llamó “limpiar el tablero de hojarascas”. Tal vez eso forme parte de su misterio, de su leyenda. Como lo fue también que Capablanca, naciera en un castillo sin ser rey, y tampoco estuvo preso aunque la fortaleza fuera el Castillo del Príncipe, cárcel habanera en la primera mitad del siglo XX

A 68 años de su fallecimiento, el maestro Capablanca, --donde quiera que se encuentre-- deberá estar celebrando con júbilo el éxito por primera vez en la historia, del equipo femenino cubano de ajedrez, que quedó en cuarto lugar en la XXXIX Olimpiada Mundial de Kanthy Mansiysk.

El doble mérito de quedar en cuarto lugar entre las mejores del mundo y medalla de oro para el tercer tablero Yumari González en un deporte relegado prácticamente al sexo masculino, merece un reconocimiento especial.

No quisiera pues, despedirme sin ofrecer un modesto homenaje a esas compañeritas, y por tanto aquí van cinco caricaturas mías dedicadas a cada una de ellas.

Dibujos tomados del libro “PEÓN 4 REY” de los autores Pitín y Blanco para la colección Bolsilibros PALANTE y dedicado a la XVII Olimpiada de Ajedrez celebrada en La Habana en 1966.

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