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12 feb 2011

COSAS DE ENAMORADOS

Dicen que el amor es cosa de locos. A lo mejor es una exageración, pero de que estar enamorado resulta una locura, no me cabe la menor duda: Al más prudente--ella o él-- puede írsele la chaveta de vez en cuando.

Lo que pasa es que, a veces Cupido no da en el blanco. Y eso precisamente le ocurrió a este Blanco hace exactamente un año, en la confección del trabajo tituladoEl primer amor y el último tranvía”. Correspondiente al Día de San Valentín.

Se trataba de una especie de realidad falseada, pero lo único verdadero, --según mi intención-- era dar la ruta correcta, la hora exacta y la fecha verdadera en que había circulado el último tranvía en la ciudad de La Habana. ¡Y hasta eso resultó falso!

El último tranvía que se paseó por La Habana fue el No. 388 de la ruta Príncipe-Avenida del Puerto, y lo hizo el 29 de abril de 1952, tras 52 años y 34 días de servicio ininterrumpido.

Al singular Elías Gracia le doy las gracias en plural. De su diestra mano sale cotidianamente el espacio “Historia y Comunidad” en Radio Metropolitana. Fue el colega quien me montó en el tranvía correcto, y gracias a ello puedo ofrecerles esta aclaración junto con mis disculpas….Pero, a cualquiera se le va el tranvía… ¿No?

Quise compensar el error con la tira de “¡Ay, Vecino!” con la que encabezo este número, y la caricatura que ahora les regalo, demostrando que la fruta prohibida que se comió Adán, en el Jardín del Edén era virtual; por eso lo presento ahora mordiéndola en la Feria del Libro que viene desarrollándose en La Cabaña hasta el día 20.

Aprovecho esta oportunidad para dar acuse de recibo a los vecinos que tan amablemente nos han escrito en estas primeras semanas del 2011.

A la entrañable Mirtha Yáñez, por su valiosa colaboración en el trabajo que dediqué a su padre, y sin embargo, es ella, quien me dice: --¡Qué lindo te quedó!

A Évora Tamayo, la cual también me felicita por publicar recuerdos que ella misma dio a conocer anteriormente con el título de “Con Permiso de…” Soy yo quien debe agradecer a tantos colaboradores anónimos, por estos aportes tan reconfortantes.

A la finísima Fina Senra, la “loitadora” gallega que me abrió las puertas de su casa y de su corazón, y además, me sigue los pasos por intrenet junto con otra que bien baila, la sin par Charo, a quien deseo una feliz recuperación.

Al cubano Francisco Puñal y Xosé Neiras Vila, también desde el terruño; a mis primos de Gijón y Grandas de Salime; a Delga en Estados Unidos; al “Mono” González en Chile; a Carlos Giménez en Madrid; a mi hijo Darío en Miami. En fin, a todos ellos que la distancia nos separa, y las nuevas tecnologías nos acercan.

A esos que podemos vernos a menudo, por estar más al alcance de la mano; a esos que me estimulan por correo y en persona: Marrero, Víctor Manuel, Yepe, Vera, Calzadilla, Grako, etc., etc., mil amores para cada uno de ellos, y sus compañeras: ¡Claro!

Hago extensivo el saludo a los innombrados, con mucha más razón, pues son víctimas de mi permanente lucha contra el olvido, como dice el programa dominical de Raquelita…

Para concluir termino con esta imágen tomada precisamente en este día 14 de febrero, durante el acto de presentación del libro “Alba en América” de un colectivo de autores en la Casa Cultural del Alba, demostrando con ello, que una imagen vale más que mil palabras, y si son varias, pues mucho mejor.Entre el selecto grupo de asistentes están la Directora de la Editorial PABLO, Esther Pozo, el editor del libro Manolo Pérez Alfaro, dos de sus autores: Angel Velazco acompañado de su esposa e hijos, y mi hijo F. Blanco al centro. A la extrema izquierda un servidor.

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