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20 ago 2011

LOLÓ DE CUERPO ENTERO

En una reciente semblanza de Gabriel Bracho Montiel, el primer director de PALANTE, tuvimos que recurrir al colega Ñico, para reflejar su singular forma de sentarse entrecruzando las piernas como un etcétera.
El hecho nos hace meditar que la caricatura personal tiene muchas variantes y no se limita a captar los rasgos esenciales del rostro, sino del modelo en su totalidad. Pongo de ejemplo mi propia experiencia en esa categoría del humorismo gráfico. Algunos premios he obtenido en mi larga carrera, sin embargo muy pocas obras me han dejado satisfecho, y una de ellas pongo ahora de ejemplo.
Se trata de María Luz de Nora, más conocida en el periodismo por su seudónimo de Loló de la Torriente.
Ya admiraba sus trabajos en la prensa desde mucho antes de 1962, cuando por primera vez la vi aparecerse en la redacción del periódico EL MUNDO, y a partir de entonces visita casi diaria al despacho de Luis Gómez Wanguemert, por entonces director de la publicación.
Novato aún, desde la mesa de dibujo, su graciosa figura captó de inmediato mi atención: Bajita, con cierta forma particular de pararse, y un cómico rostro semioculto tras gruesos lentes, inspiró la carícatura que en 1965 presenté en el salón Nacional de Humorismo. No obtuve ni tercera mención; creo que ni siquiera llamó la atención de los miembros del jurado, pero aquella experiencia dejó en mi joven carrera una cierta satisfacción que ahora comparto con mis asiduos vecinos del blog.
Pero, ¿quién era ese cómico personaje que tanto me había impactado? Loló nació en agost
o de 1907 en Manzanillo, pero de niña la familia se trasladó a La Habana donde cursó la primaria. A los 16 años ya participaba en el Congreso Nacional de Estudiantes y en el de Mujeres, algo inusual por aquellos tiempos. En 1929 se doctoró en Derecho en la Universidad de La Habana y cursó Filosofía y Letras, carrera que tuvo que continuar en México, donde finalmente se graduó.
Como militante del Partido Comunista de Cuba ocupó cargos de dirección en la COC (Confederación Obrera de Cuba) y participó activamente en la lucha contra la dictadura de Machado. Invitada por organizaciones obreras en 1934 visitó Estados Unidos, de donde fue deportada y a su llegada a Cuba encarcelada por más de un año.
De su estancia en tierras aztecas quedó la amistad indestructible con Diego Rivera, en cuya casa vivió por más de diez años y donde culminó un valioso estudio crítico-biográfico del insigne muralista. A su extensa labor periodística, donde aún se recuerda la sección “Esta es la Historia” de la revista BOHEMIA, o sus aportes a la página literaria de EL MUNDO, donde se destacó junto con Ángel Augier, Samuel Feijóo, Salvador Bueno, González Manet, y otros de igual brillo; habría que agregar sus aportes a la docencia en la Cátedra de Literatura Hispanoamericana en la Escuela Superior para Maestros.
Agradezco los aportes que hiciera en este recuento biográfico otro que también se las trae, el fraterno Xosé Neira Vilas, gallego de cuna y cubano de corazón. Pero, aquí no termina mi experiencia.
También de cuerpo entero, y sin mucha repercusión pude captar el perfil de un Alejo Carpentier como para chuparse los dedos, ya que su rostro inconfundible y su peculiar deje afrancesado al hablar lo caracterizaban; sin embargo logré capturarlo íntegramente en la forma de pararse erguido sobre sus largas extremidades sin apenas acentuar los rasgos faciales.

Otra que en mi criterio también llena estos requisitos es la que bien pudiera titularse caricaturista caricaturizado. Es decir, la imagen de Pedro Pablo Oliva en el sillón de mimbre de su querido hogar pinareño, bajo el peso satírico de esa enorme piedra en la cabeza. Quería dejar constancia de estos pocos ejemplos, que como algunos más, naufragan en las aguas profundas de mi desmemoria. Y con ellos demostrar que no siempre es posible, pero a veces se logra una caricatura de cuerpo entero.

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