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17 mar 2012

EN POCAS PALABRAS

UN JOVENCITO DE 43 AÑOS
El pasado 23 de febrero se celebró en nuestro país un aniversario más de la entrada al mercado de un nuevo producto que desde su debut se destacó por su reconocida eficacia antivectorial. Sin embargo, el fármaco tuvo su verdadero origen hace más de un siglo, cuando plagas de cucarachas, mosquitos y hormigas dijeron, aquí estoy yo para hacerle la vida imposible a los humanos. Los científicos de entonces se pusieron para las cosas y descubrieron que las cucarachas no eran inmunes al difenil, mientras que el tricloroetano ejercía su influencia en los mosquitos y las bibijaguas al dicloro. Pero resultaba bastante engorroso producir comercialmente una droga para cada uno de los millones de insectos perjudiciales que inundan el planeta, y a otro sesudo alemán, F: Seidler, se le ocurrió aglutinar esas sustancias en el siguiente orden: DICLORO DIFENIL CLOROETANO, es decir el DDT, considerado como un polvillo inútil hasta que en 1938 se comprobó su eficacia, sin que su descubridor lo disfrutara pues ya había fallecido.

En la más cercana fecha de 1969, en Cuba había ocurrido otro tanto con las revistas especializadas en humorismo gráfico: Del legendario Zig-Zag que culebreó hasta el Triunfo de la Revolución en que enfiló su verdadero camino hacia Miami. Del persistente PITIRRE, el cual demostró aunque brevemente que “…por mucho que el aura vuele siempre el pitirre la pica...” o cuando poco después surge el vermífugo PALANTE Y PALANTE, impulsado semanalmente ante la necesidad de combatir los “gusanos” –-epíteto reconocido por ellos mismos quienes se vanagloriaban desde su posición rastrera en responder: --¡A mucha honra!

Pero la Generación del Centenario representante de la juventud rebelde que había tomado el poder, necesitaba reflejar sus propias inquietudes, y recurrió a los suplementos humorísticos de su organización partidista. Su primera arma de combate respondió a esa condición y llevó el nombre del inclaudicable MELLA; más tarde en época de películas de samuráis se convirtió en EL SABLE; y no sabemos por qué razón un arma blanca tan honorable y combativa derivara en otro molesto insecto como LA CHICHARRA, a no ser sino para que inmediatamente surgiera el definitivo representante de la juventud cubana JUVENTUD REBELDE, y su hijo menor, el ya nombrado DEDETE, quien acaba de cumplir sus 43 añitos.

Cualquier persona al arribar a esta edad se considera adulto, aunque haya perdido sus arrestos juveniles. El DDT por el contrario, cada día se renueva con la savia de la adolescencia, y mantiene la misma frescura de sus dedeteros

El mejor ejemplo de convertirse en un ser adulto sin perder el frescor juvenil es la inauguración ese mismo día del sitio Web de la publicación, al cual el blog ¡AY, VECINO! se suma de todo corazón, además de permitirnos interactuar con otros cibernautas interesados por nuestros textos y dibujos humorísticos.

A los dedetianos o dedeteros--como gusteis--quienes en este mismo blog el año pasado rindiéramos merecido homenaje y hoy son verdaderos íconos del humorismo y la sátira cubanas. A saber: Manuel, Carlucho, Renecito, Tomy, Hernán H., Lázaro Miranda, Padroncito, Torres, y el veteranísmo Ardión, --abuelo de todos ellos que acaba de arribar a los 80 abriles--. Con la virtud de no perder la gracia que Dios le dio, y a quien le envío por este medio un fraternal abrazo digital.

A tono con los tiempos de cambio, este suplemento de tres letras DDT, poco después se multiplicó por dos para convertirse en el actual DEDETE de seis. Simultáneamente es un equipo en constante renovación por donde ya pasaron Tonel, Abela, Lauzán, Tamayo, entre otros muchos; y hoy soplan las velitas, artistas bisoños como Adán, Jape, Ares, Laz, Falco, Zardoyas, y una comparsa que viene arrollando a su paso, dado el incesante desarrollo de las artes plásticas en nuestra Cubita Bella.

¡MUCHAS FELICIDADES A TODOS!

Si alguno se me ha quedado en el tintero, por favor, hacer la reclamación a ése otro gran sabio alemán, el Dr. Azheimer.

ADJETIVANDO

Lo sencillo puede resultar muy complejo. De ahí el título de esta cavilación. Se trata de un simple alerta a los que se inician en los vericuetos de la escritura, pues resume dos drogas del lenguaje que engendran adicción: EL adjetivo y el gerundio.

Usados moderadamente producen satisfacción; el abuso de ellos choca con la brevedad en la dinámica de un mundo cada vez menos retórico.

Fíjese que, si al comienzo de una frase usted utiliza un gerundio, queda unido a él como en el matrimonio: Hasta que la muerte o el divorcio los separe. Ejemplos podríamos poner muchos. Practíquelo usted mismo y se convencerá.

El otro ingrediente: El adjetivo, es un tramposo de marca mayor. Es ese cartelito que se le cuelga al sujeto, --la mayoría de las veces innecesario--, y que por facilismo o ignorancia utilizamos consciente o involuntariamente. Practique este método y verá como se desinflan muchos globos vestidos de lentejuelas. Pura vestimenta como diría la canción.

Hay un caso que siempre me ha intrigado por su generalización. Es el llamado medio ambiente: Si el diccionario nos dice que son sinónimos; ¿por qué no suprimimos uno de ellos? Así ahorraríamos letras y tiempo, ambos finitos.

Desde niño sentí inclinación por el dibujo, de joven, la necesidad proletaria me llevó a sentarme ante un linotipo: Especie de araña mecánica que se mueve pero no camina. Que consume plomo en vez de petróleo, y produce lingotes hirvientes con caracteres al revés. Su impresión permite la lectura al derecho.

Del taller a la redacción del periódico solo había un paso—mejor dicho una puerta--, eso me permitió acercarme a la mesa de dibujo y desde ahí admirar de cerca a verdaderos maestros del periodismo, pero también como todo en la vida, hubo sus “honrosas” decepciones.

Pienso que el adjetivismo y el gerundismo son enfermedades crónicas que con el tiempo van perdiendo su morbilidad. En la prensa de antaño –por lo menos, la que yo viví en mi juventud--, conocí otros casos más graves, los cuales podrían estar exhibiéndose en el Museo del Absurdo.

Recuerdo a un viejo redactor de la crónica roja, --de cuyo nombre no quiero acordarme, como diría el Quijote--, quien reportaba hechos de sangre que producían risa.

Uno de ellos lo resumo así: “…en el sótano de la vivienda apareció un cadáver presuntamente difunto…” y seguía despotricando “…para denunciar este hecho acudieron a nuestra redacción tres personas y un chino…” para terminar dándole la patada a la lata “… la joven del cuento era divorciada pero decente…”

Con estos tres ejemplos me di por vencido, y aunque no tienen nada que ver con la gramática, y sí con las entendederas, quiero hacer un reconocimiento a esos que desde el anonimato rectificaban las pifias que se nos deslizaban hacia la rotativa.

Un tributo aparte a ese “gazapero” mayor que fue, es, y será: José Zacarías Tallet.

Estos queridos y nunca bien reconocidos inquisidores ortográficos respondían al apelativo de “correctores de pruebas”, nombre apropiado pues eran los encargados de corregir las excrecencias que se tecleaban en las máquinas de escribir. Hoy los ordenadores vienen con diccionario incluido, y el subrayado rojo es automático.

Algunos aprenden, otros tienen aversión a ciertos oficios. De ahí que, en la actualidad, cuando usted acude a cualquier dependencia del país para solicitar un simple trámite legal, se encuentra con dos colas: Una corta, la de verdad. Y otra, mucho más burocrática, --el doble de larga--, bajo un cartel que dice: “Subsanación de errores”. ¿Acaso los errores se enferman? ¿O es que la palabra corregir, además de malos olores, produce también peores dolores?

La aprensión al hedor se hereda. Somos pues hijos de la cultura del choteo, practicada por nuestro pueblo desde tiempos de Ñaña Seré, y puntualmente desacralizada por otro grande del periodismo, Jorge Mañach.

Aquí nos detendremos de nuevo para demostrar que los tiempos cambian y ejemplificar con la forma ordinaria en que la sabiduría popular adjetivaba algunos oficios y profesiones de entonces:

Si al político profesional se le reconocía como politiquero o vendepatria; el periodista venía a ser un chupatinta; y el médico, un matasanos. Con el abogado no había arreglo, pues se le identificaba como picapleitos; y la prostituta era la mujer mala. Garrotero y prestamista significaban lo mismo; un distraído no dejaba de ser un despistado; y sacamuelas el dentista. Se atribuía al estafador el calificativo de buscavidas; y el farandulero era el fiel amante de los espectáculos nocturnos. Saltimbanquis los artistas del circo y tarugos los de la utilería. Al inteligente le decían bicho, animal mucho más deseado que el burro, éste reservado para los que no lo eran. La mujer gruesa, una vaca. El tipo flaco, lo mismo recibía el calificativo de fideo como de güin., mientras el borrachín podía entrar en la categoría de beodo, curda, o palmolivero. Si al viejo le daban la categoría de ocambo; al niño, --fiñe en el mejor de los casos--, y mojón cuando fastidiaba mucho.

No sigo porque nosotros los caricaturistas no éramos más que simples pintamonos.

VINDICACIÓN MARTIANA

Tal vez para algunos resulte paradójica esta frase, pues nuestro Maestro no necesita reivindicación alguna; basta con su apostolado. Sin embargo, a 120 años del nacimiento de su obra periodística mayor—PATRIA--, aún se mantienen en contra de la voluntad del pueblo cubano, de las autoridades internacionales de la comunicación, y de su propio pensamiento, dos engendros de aquel monstruo del cual él nos hablara: las mal llamadas RADIO Y TELEVISIÓN MARTI.

Soy cubano de nacimiento, de raza caribeña, y padezco una enfermedad crónica y contagiosa desde mi niñez hace más de 70 años, por la lectura continuada de los “muñequitos” en colores del periódico EL MUNDO,con los cuales dominicalmente aprendí a leer y por imitación me hice autodidacta –algo que vine a descubrir en la pubertad—cuando el mal del dibujo humorístico ya no tenía remedio.

Así que me siento periodista y caricaturista –ambos dos-- a mucha honra. Abandoné la fuma en 1980, pero jamás he podido dejar este otro vicio que empezó romántico y concluye reumático. Esto no quita para que aun así haya entrado en este Tercer Milenio con cientos, ¿miles? de lectores gracias a la red de redes y a este blog personalísimo que permite comunicarme “A mi manera”, como la mítica canción, con mis pacientes vecinos.

De eso se trata precisamente, de comunicación. Me sobran edad y experiencia como para dar algunos consejos: En primer lugar, me referiré al comunicador número uno de nuestro país, que además de periodista fue poeta, maestro, orador, amante apasionado, diplomático, dibujante, humanista, héroe y hasta Apóstol de la Independencia, entre otras muchas virtudes. Seguro que ustedes coincidirán conmigo en que se trata de José Martí, y esto viene a propósito de acercarnos a la celebración del día de la Prensa en nuestro país., ya que como dijimos al comienzo su -–nuestro-- periódico PATRIA nació en Nueva York el 14 de marzo de 1892.

Todos los que viven en Cuba y en el mundo como periodistas, --no como parásitos corporativos incrustados en las rotativas--, deberíamos, como él, hacer de la prensa un sacerdocio, de ahí que a los que–en su nombre--hace unos veintidós años fundaron precisamente en territorio estadounidense la Radio y Televisión Martí, les recomendaría que tomaran su ejemplo, y lo reivindicaran, aunque solo sea por imitación, ya que en su trabajo titulado “Vindicación de Cuba”, el maestro da certera respuesta al periódico de Filadelfia THE MANUFACTURER (16 de marzo de 1889), con rebote en THE EVENING POST, de Nueva York, y cuyo derecho de réplica le enviara al director de éste último, nada menos que tres años antes de fundar PATRIA en esa misma ciudad de los rascacielos.

He aquí uno de sus párrafos:

“… Es probable que ningún cubano que tenga en algo su decoro desee ver su país unido a otro donde los que guían la opinión comparten respecto a él las preocupaciones solo excusables a la política fanfarrona o la desordenada ignorancia. Ningún cubano honrado se humillará hasta verse recibido como un apestado moral, por el mero valor de su tierra, en un pueblo que niega su capacidad, insulta su virtud, y desprecia su carácter…”

Si esta lectura les ha producido escozor o salpullido a los “colegas” de Miami, --lo lamento, también entre comillas--; pero les sugiero entonces ir al vocero del Partido Revolucionario del 23 de marzo de 1994, donde Martí escribe “La verdad sobre los Estados Unidos”, y si no me creen, aquí va una copia literal de cómo termina ese artículo:

“… PATRIA inaugura, en el número de hoy, una sección permanente de “Apuntes sobre los Estados Unidos”, donde, estrictamente traducidos de los primeros diarios del país, y sin comentario ni mudanza de la redacción, se publiquen aquellos sucesos por donde se revelen, no el crimen o la falta accidental—y en todos los pueblos posibles—en que sólo el espíritu mezquino halla cebo y contento, sino aquellas calidades de constitución, que, por su constancia y autoridad, demuestren las dos verdades –útiles a nuestra América—el carácter crudo, desigual y decadente de los Estados Unidos—y la existencia en ellos continua, de todas las violencias, discordias, inmoralidades y desórdenes de que se culpa a los pueblos hispanoamericanos…”

Son sólo dos botones de muestra con los que debieran retroalimentarse esos paniaguados de una radio y televisión que ha batido todos los records Guinness de la in-comunicación, pues no se oye y no se ve --ni aquí ni allá--, a pesar de que su gobierno destina los fondos multimillonarios que aporta el contribuyente para patrocinar tamaña aberración mediática.

Y quién mejor que el propio Martí, que vivió en el monstruo cuando éste apenas era un feto, y descubrió sus retorcidas entrañas antes de aparecer la radio, la televisión, y mucho menos ese globo aerostático de Radio y Televisión MARTÍ que pende como una Espada de Damocles sobre el Estrecho de la Florida, reeditando la piratería que durante siglos se adueño del nuestros caribeños mares.

Por suerte ese engendro no es más que eso: Un globo inflado, y una muestra más del derroche existente en una sociedad de consumo, nada sostenible en un mundo finito, a no ser por ese cable a tierra que lo sostiene y que también perecerá cuando el pueblo norteamericano vaya descubriendo que también se está comiendo un cable.

Ojalá, -como diría Silvio—, algún día esa vecina comunidad se haga justicia a sí misma y a Martí, cuando pueda verse librada del lastre que constituye la mafia cubano estadounidense sus medios, y hasta sus globos, tan cautivos como viscerales.

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