__________________________

__________________________

16 oct 2012

¿DE DÓNDE SON LOS URANGA?


A estas alturas de mi vida,  debo confesar que hace unos sesenta años abracé una profesión en la cual la sorpresa es imprescindible: Dibujante humorístico de prensa.
El hábito hace al monje, y así soy yo. Me gusta sorprender y que me sorprendan. Disculpen pues esta larga  pero necesaria introducción pero…
--¿Son los Uranga descendientes de una ancestral tribu africana?
--¿Se trata de  una etnia  precolombina?
Nada de eso.
Para continuar con la intriga voy a contarles una anécdota aclaratoria:
Hace  unos veintipico de años, durante la escala en un aeropuerto europeo, escucho por los altavoces y en perfecto español que se solicitaba la presencia en el “counter” del señor Uranga.
Inmediatamente un joven mucho más alto y fornido que yo se presentó ante el mostrador donde menda recogía sus documentos.  Terminada su breve gestión, me le acerqué y en voz baja le digo:
--¿Cómo anda la gente allá por Maisí?
La sorpresa le dejó escapar un imperceptible:
--¡¡¡BIEN???
Ése soy yo y mi gran defecto. Aquello podría interpretarse como una indiscreción. En ese momento no sabía cual fuera la reacción del individuo.
De inmediato me le adelanté, presenté mis excusas y le expliqué que se trataba de una broma, pues  en el verano de 1967 y durante uno de mis reportajes por la antigua  provincia de Oriente junto al colega Juan Ángel Cardi visité el Faro Concha, situado en el extremo más oriental del archipiélago; allí conocí al solitario torrero Uranga y su familia.
El asombro tornase alegría y una amena conversación surgió entre ambos, pues lo raro era encontrar en un lugar tan distante de Baracoa a una persona con  el inusual apellido, ya que el aislamiento y la soledad  de esa familia allí asentada resultan un tanto extraño en aquellas latitudes de la Eurozona.
La charla versó, entre otras cosas, sobre la antigüedad de la farola construida por los españoles el 19 de noviembre de 1862, hace exactamente 150 años; y del difícil acceso en el pasado al hocico del caimán por Gran Tierra, o sea a la punta de Maisí, así como su origen gallego (Ahí sí).
Pero más interesante aún era la vida misma de dicha familia: Veamos mi versión:
En el verano de 1967 con motivo de celebrarse el 26 de julio en Gran Tierra, el redactor Juan Ángel Cardi y yo fuimos enviados especiales de PALANTE a dicha actividad.
Ya el viaducto de La Farola había humanizado el acceso a la Ciudad Primada, pero otro peor nos esperaba. El camino de Baracoa a Gran Tierra.
Mi versión caricaturesca quedó así reflejada. Dejemos  que Cardi la describa con sus propias palabras:
.“…Jamal, Mosquitero, Capiro, Guajimero, Arroyo La Vaca, Boca de Jauco, Chafarina, Veril, son lugares y caseríos asentados entre montaña y montaña, seguramente para crear la impresión de que ya se está  llegando a donde uno va. Y cuando uno llega a La Tinta—donde el café es claro—y pregunta si falta mucho, le dicen que no, que la meta está detrás de la loma, y luego resulta que la tal loma, que se llama del Naranjo, está once metros más allá del Himalaya, pero lo que pasa es que los geógrafos no la han medido bien… (…) Nos enseñaron en el colegio que la Asunción era la capital de Paragüay, pero no. Ahora resulta que La Asunción es la capital de Gran Tierra, según hemos podido comprobar Blanco y yo, hasta el punto de sentirnos capaces de ir a discutir el asunto en la mismísima Academia de Ciencias…”
Volvamos al principio: El faro de Maisí--no está exactamente ahí sino  en la Costa Norte; en un sitio llamado Punta de la Hembra y hay que ser muy macho para llegarse  hasta dicha punta.
Otra curiosidad: hay otro lugar  en  Maisí donde si  usted mete el pie en el agua del litoral—y nosotros hicimos la prueba—no se sabe si está haciéndolo en el Estrecho de la Florida o en el Mar Caribe.
Tras secarnos los pies, llegamos al hogar de los Uranga, una vivienda al pie de la torre. Si para subir al cielo se necesita una escalera grande y otra chiquita, aquí también: Hasta la punta de la farola hay que ascender en una espiral interminable de 144 escalones de madera y otros 9 de hierro para un total de 163 marcapasos.
Edicto René Uranga aquí inmortalizado alerta y sin zapatos por mi caricatura de 1967, se había incorporado en 1964 a las labores de torrero que le venía de herencia pues toda la familia desde su abuelo lo habían sido antes. Allí vivía junto con su esposa Blanca Nieves Terrero con quien tuvo 9 hijos. Eran por tanto los primeros cubanos en divisar el sol  que despuntaba desde  Haití a primeras horas de la mañana y también los primeros en despedirse de él en sentido contrario por las tardes.
Su tarea cotidiana era ascender tres veces en la noche para medir el tiempo del destello –cada cinco segundos-- para saber si la señal está correcta, pues se trata de un punto internacional con mucha responsabilidad y en un lugar estratégico donde cruzan a diario el Paso de los Vientos unos 30 barcos.  –más bien cruzaban, recuerden que estos datos datan de 1967--. Nos contó René que en cierta ocasión falló el mecanismo del fanal y tuvo que pasarse toda la noche dándole vuelta a la luz con la mano sin que perdiera el ritmo de velocidad establecido oficialmente
A partir de 1959, enormes esfuerzos y no pocos  proyectos colosales  habían humanizado las  condiciones de aislamiento en la zona. A tal punto que todas las conversaciones partían del mismo estribillo… Antes y Ahora:

 “…Antes Gallinart nos explotaba--Refería un agricultor víctima de  aquellos terratenientes del pasado--. Antes no se veía el dinero—nos pagaban con vales--. Antes no teníamos ni esperanza—dice una mujer que disfrutaba una de las cinco nuevas viviendas construidas en Los Arados--. Antes vivíamos como perros aislados—decía un anciano cariñoso acariciando a su mascota sata…. Antes, antes, antes… Así hasta el infinito, sin contar el Vía Crucis de la parihuela –especie de ambulancia peatonal—donde se trasladaban los enfermos que bajaban  a la posta médica en el llano y muchas veces, a mitad de camino, aquello se convertía en un funeral.
Según nos contó Uranga, un año después de instalarse con su familia, se incorporó otra proveniente de Maisí formada por Eusebio Matos con su esposa Miguelina Rivas y sus tres hijos.
Han pasado más de veinte años del encuentro fortuito con uno de los vejigos de Uranga en aquel aeropuerto del otro lado del mundo. Desconozco el estado actual de la familia, pero creí oportuno recordarlos al tener acceso a los escurridizos archivos donde—por fin-- pude copiar las caricaturas que ilustran el trabajo.
Agradezco  y le doy crédito a los datos tomados de otra información ofrecida por el destacado colega, Toni Piñera quien visitara dieciocho años más tarde al emblemático faro  y sus habitantes: El reportaje lo tituló “Los primeros cubanos en ver el sol”: y fue publicado en  GRANMA con fecha (1-6-1985).
Terminemos pues con las  palabras del propio Edicto René Uranga en la entrevista para ese diario:
 “…Yo nací aquí y nunca me aburro ni me siento solo, porque en nuestro país, después del triunfo de la Revolución, por más lejos que un trabajador se encuentre, siente el apoyo de todos. Me gusta mucho mi trabajo, y lo desempeño con todo mi corazón…”

1 comentario:

  1. Parece mentira que su hija estubiera frente al faro y por vivir en Miami no la dejaran entrar a la casa donde nacio(la casa de faro) conoci personalmente a su esposa nieve y sus hijos,todos nacidos en Maisi,trabaje muchos años en la estacion Meteorologica de Maisi,donde esa familia me mato mucha hambre pue el suministro de alimento era pesimo en nustra estacion...Gracias Nieves terrero y que Rene descanse en paz.
    Francisco Abella

    ResponderEliminar