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19 mar 2013

UNA ISLA Y UNA FUENTE FALSAS




Cuando en la primavera del 2011 visité a Miami por primera vez en mi vida, con motivo del primer cumpleaños de mi primera nieta Miranda, fui testigo también por primera vez de un espectáculo inusitado: El festival de los Huevos de Pascua que se celebraba en un parque público de la localidad.
La primera foto que acompaña este trabajo fue tomada allí en abril de ese año. Existen costumbres afines a ambos países, pero ésta resultó totalmente nueva con mis 81 años de edad y la curiosidad me lanzó a descubrir el misterio, como siempre: Haciéndole cosquillas a los acontecimientos.
En la otra instantánea, aparezco visitando la estatua de Ponce de León, en la Avenida que lleva su nombre situada en el centro de la ciudad. La placa dice textualmente:
JUAN PONCE DE LEON
Spanish discoverer
Florida in 1513
Presented May 2, 1923
by La Casa de España
Resulta que dicho señor, Don Juan Ponce de León, nace en España, descubre la Florida y muere en Cuba:
Lo primero ocurre el 8 de abril de 1460 en la región de Valladolid, pero es puesto en dudas por el diccionario Webster. De noble cuna, fue paje de Fernando el católico y combatió en la Toma del Reino de Granada.
Lo segundo,--el descubrimiento--obedece a otras circunstancias, pues existen varias versiones. A saber:
Si vino a América con Colón en 1492 o con Ovando en 1502.
Si diezmó las tribus taínas de Higüey en la Española antes de asentarse a orillas del río Caparra en Borinquen, hoy Puerto Rico.
Si pudo apaciguar la región por cuenta propia o a expensas del cacique local Aqueybaná, pero lo cierto es que, a la muerte del jefe tribal, hubo una rebelión que dominó a sangre y fuego de arcabuces y mosquetes, claro.
Si logró ser nombrado gobernador de la Isla en 1508 a pesar de la oposición de Don Diego Colón, o si se le reconoció el título al caer éste en desgracia con la Corona.
Si al devolvérsele el privilegio, tras la reclamación formal que hiciera el hijo de Colón al Tribunal Supremo de Madrid un año más tarde, Ponce de León vio mancillado su nombre y decidió no servir a su enemigo, obtieniendo entonces autorización para explorar otras tierras.
A estas alturas ya nuestro personaje tenía otras ilusiones que se alimentaban de leyendas y cuentos de camino. Una de ellas era hallar la Fuente de la Eterna Juventud, que se imaginaba geográficamente situada en misteriosos parajes al norte de la Isla de Cuba.
Hay versiones de que no fue el primer europeo en pisar esas tierras, pues allí se tropezó con un nativo que hablaba el castellano perfectamente.
Lo cierto es que partió hacia el lugar en tres barcos descubriendo “tierras vírgenes” el domingo de Resurrección de 1513, conocido en España como Pascua Florida y de ahí el bautizo de Florida otorgado a dicha ”isla salvadora” o tal vez, por la tupida vegetación que encontró en esos parajes.
Sin embargo, el subrayado-entrecomillado se debe a que, su bojeo hacia el sur por la costa este de cayo en cayo, hasta bordear el territorio y subir hacia el norte por todo el litoral occidental hasta Cayo Romano, sin terminar el rodeo, lo inclinó a pensar en una hipotética isla y así la dio a conocer al mundo.
Pues bien, ni la Florida era una isla, ni existía la Fuente de la Juventud. Lo que sí descubrió Ponce de León sin saberlo, era un nuevo camino por mar de regreso a Europa desde las Américas, impulsado por la Corriente del Golfo en tiempos de velámenes; así como la península floridana, territorio unido al enorme continente que se extendía hasta el Polo Norte.
Ajeno a estas verdades, parte hacia La Habana para “correr la bola” y regresa a la ¿península o ínsula? desembarcando a orillas del río Miami en la bahía de Tequesta, hoy Byscaine Bay-.
Vuelve a España un año más tarde para recibir la Real Orden de Conquistador de la “Isla” de Florida y en 1521 por fin, logra armar una expedición de dos barcos con 200 hombres entre soldados, sacerdotes, artesanos, agricultores y caballos, junto con otros domesticados, para poner proa a su nuevo destino como dueño y señor de villas y castillos.
Parece que las tribus autóctonas ya conocían sus métodos y no fueron muy bien recibidos. Los Everglades estaban poblados por diversas etnias entre ellas los amerindios Mayamis, los Ias y los más belicosos de todos --los Calusas-- quienes ofrecieron feroz resistencia.
En uno de esos combates, una flecha envenenada hiere a Ponce, por lo cual, de León ordena el inmediato regreso a Cuba.
Es aquí, en La Habana, donde muere de las heridas recibidas en julio de 1521.
Con posterioridad sus restos mortales fueron depositados en la Catedral del Viejo San Juan, en Puerto Rico.
Coincidiendo con aquella primaveral visita mía en el 2011 al lugar que tanta fama le diera a Don Juan Ponce de León, más al sur en las Antillas, se celebraba el Quinto Centenario de la Gobernación de Puerto Rico, con honras fúnebres a tan controvertido personaje, que murió sin beber de la Fuente de la Juventud ni saber que había descubierto un continente en vez de una isla.

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