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27 sept 2014

EL ESTILO FRANCÉS EN LA LÍNEA (4)


Como aclaramos en la propuesta anterior, el primer tomo de “La Caricatura Contemporánea” del cubano Bernardo González Barros, 1916, abarca el estudio de dicha especialidad gráfica en Alemania y Francia.
En sus once capítulos dedicados al país galo, el autor con eficacia conceptual analiza el humorismo sentimental de Willette, la mirada compasiva al dolor la miseria y el vicio en Steinlen, presenta a un mago de la risa como Cadan D´Ache y las provocaciones hilarantes de Abel Faivre, Poulbot y Guillaume; mientras Leandre se especializa en la sátira política; el pesimismo destaca en Forain y la agresividad en Rouveire; en cuanto  a Sem, Losques, Sacha Guitry y Copello son los mejores exponentes del esquematismo gráfico. Por último el choque entre Alsacia y Lorena contra Alemania a fines del siglo XIX se evidencia en las propuestas de Zislin y Haws.
Abordaremos el estudio de la época desde otra óptica puesto que la caricatura política en Europa y en Francia cambia radicalmente a partir del reinado de Luis Felipe en 1830, cuando el monarca de Orleans firma la primera ley de Libertad de Prensa.
La monarquía pagaría bien caro dicha decisión, al convertirse el rey en el primer blanco de los dardos satíricos en la prensa y los humoristas de la época, comenzando por el propio Phillipon director de LA CARICATURA y caricaturista él mismo con su genial metamorfosis de “La Pera” aquí mostrada.

Aprovechamos para incluir a un maestro de la especialidad en dicha centuria que no aparece en la lista y que en mi modesta opinión es imprescindible para cualquier antología del humor gráfico mundial. Se trata de Honoré Daumier (1808-1879) dibujante humorístico, maestro litógrafo y republicano de corazón, quien intervino personalmente en la Revolución de Julio de 1830, realizando además sus primeras sátiras políticas en la propia publicación de Phillipon durante esa época. Lo curioso del caso es que, si Felipe de Orleans fue víctima de un lápiz juguetón y a la vez primera baja de la Ley que él mismo dictó, Daumier sería cuatro años después la segunda de ellas. Veamos las causas:
Honoré Daumier quien se sustentaba económicamente con la gracia de su línea para la prensa satírica de la época, logró inmensa popularidad con tres grabados políticos de gran impacto en 1834: La matanza de la calle Trasnonain, El Vientre Legislativo y La Libertad de Prensa, pero le puso la tapa al pomo ese mismo año con su parodia del monarca como el personaje “Gargantúa” de la literatura, recibiendo a cambio una condena de seis meses de cárcel y lo que es peor--la derogación de dicha Ley de Prensa por el propio Luis Felipe--pues le hipotecó el futuro a él y al resto de los caricaturistas franceses de la época.. Aparejado con estos sucesos ocurren frecuentes huelgas en París y la expulsión en Francis de Carlos Marx.
A partir de esa situación, los dibujantes satíricos y la prensa especializada se vieron obligados a cambiar de temática so pena de peores penas, es decir, carcelarias. Daumier fue uno de ellos; sin embargo, su talento demostró ser tan bueno en la caricatura política como en la crítica costumbrista. El ex-convicto lo observa todo ahora en el París de los congestionados bulevares, la .ultima moda, los andenes repletos, los cafés al aire libre, las salas de espera, y crea su propia comedia humana con la misma precisión que Balzac, su amigo y confesor lo hace en la literatura.
Si bueno fue plasmando de memoria la ebullición de la ciudad Luz en pleno desarrollo, con sus rayos y sus manchas emulando con el astro rey. Daumier fue también capaz de crear personajes ficticios basados en la realidad de la época como Robert Macaire--estafador real, inescrupuloso y taimado--convertido por obra y gracia de su talento paródico en “Monsieur Prodhoume”.
A este protagonista y entes similares el litógrafo le adjudicó vicios aún vigentes en pleno Siglo XXI como la elocuencia artificial, la banalidad, el protagonismo de salón, la superficialidad, el individualismo salvaje, la codicia y el burocratismo paralizante, entre otras lindezas de la contemporánea globalización neoliberal.
Los que tuvimos el privilegio de asistir a la exposición “Litografías Originales de Honoré Daumier-(1808-1979)” en el Museo Nacional organizada por el Ministerio de Cultura de Cuba en febrero de 1981, pudimos constatar la inmensa obra de este artista, que se mantuvo activo hasta que su visión se debilita en 1877 y el Gobierno le concede una pensión de 1200 francos anuales.
Un año antes de su fallecimiento y bajo la presidencia de Víctor Hugo, la Federación de Artistas Franceses montó en París la exposición retrospectiva de Honoré Daumier con 112 láminas, 93 óleos, 140 dibujos, 40 bustos y una escultura en yeso de Rastapoli. Completamente ciego, el autor no pudo asistir al acto de inauguración.
El 11 de febrero de 1879 muere el artista en Valmondois donde pasó los últimos años de su existencia: Profundamente anticlerical, como última voluntad Daumier pidió ser enterrado por lo civil. Posteriormente su cadáver sería trasladado al cementerio del Pére Lachaise junto a la tumba de Corot.
Según especialistas como Michel Ragon en “Les Maittres du Dessin Satirique”, la Comuna de París (1871), no aportó gran cosa al desarrollo de la caricatura política francesa. Abundaron los procesos judiciales contra la difamación y la obscenidad, que redujeron su impacto en la sociedad, sin embargo a partir de 1881 la caricatura en Francia recobra su protagonismo, a tal punto que el decenio extendido hasta 1891 es conocido como La época de oro donde apareciendo nuevas revistas satíricas destacándose “Le rire”, “La caricatura”, y “Le Assiette au Beurre”, donde participan muchos de los artistas descritos en la extensa lista ofrecida por González Barros.
En próximas entregas abordaremos otra etapa interesante de la caricatura francesa a partir del antimilitarismo y el antisemitismo surgido durante el proceso Dreyfus, lo que se extendió desde los albores del siglo XX hasta la Primera Guerra Mundial. Ello coincidió con uno de los acontecimientos culturales más impactantes de esta etapa en el mundo que influyó en los movimientos chovinistas europeos y su teoría de la raza superior.
Como en el caso anterior “Todo a línea” donde abordamos la obra de Saul Steinberg por su importancia en el desarrollo de la caricatura moderna durante la segunda mitad de siglo XX; en la próxima entrega violaremos también el orden establecido por el autor de “La Caricaturta Contemporánea” para dar a conocer otra caricatura—ni francesa ni alemana—pero cuya repercusión aún en estos días provoca comentarios adversos. Fue la realizada en su país al genial investigador y naturalista inglés Charles Darwin, a partir de sus estudios sobre la evolución de las especies y la selección natural (1859), lo cual dio origen a no pocas versiones encontradas.
Tema que por su interés y repercusión actual demostrará que la línea también evoluciona… ¡AQUÍ LOS ESPERO!

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