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7 dic 2014

POR AMOR AL ARTE TAMBIÉN CUENTA


Entre las personalidades nominadas a competir por la “Distinción Jovellanos” que anualmente convoca la Federación de Asociaciones Asturianas y que yo ostento con orgullo desde el 2004, este año compite la compañera Mirta Yáñez, proposición que apoyo con los ojos cerrados por vínculos que sintéticamente describo a continuación.
Tal vez muchos no se expliquen en la actualidad algunas cosas del capitalismo en nuestro país. Tiempos de “tanto tienes, tanto vales”, con un abismo insalvable entre los poderosos y los miserables. Pero también existían seres extraños: Los románticos, los soñadores; esos que se consideraban: “Pobres, pero honrados”. En esta rara especie surgida de entre la fauna pequeño-burguesa a mediados del pasado siglo, ubico mis sueños de primavera. Sólo así se explica que durante más de quince años colaborara de forma gratuita con dibujos en la prensa nacional, por tal de ver mi obra reproducida. A esta rara especie se nos señalaba el defecto de que trabajábamos Por amor al arte”.
La crónica de hoy aborda a uno de esos personajes que el destino puso en mi camino y me ganó por amplio margen, el sacrificio de dar a conocer su obra a despecho de los intereses económicos; Es decir, Por amor al arte”.
Su nombre: Alberto Yáñez. Su edad: Unos diez años mayor que yo. Su profesión: Trabajador bancario. Su afición: Por el humorismo y las letras en general, o por el fútbol en particular. Su carácter: Bromista por excelencia. Su actitud: Cumplidor en extremo. Su defecto: Romántico en exceso.
Nos conocimos en la redacción del periódico EL MUNDO hace más de sesenta años, siendo yo operario de linotipo y colaborador gráfico del diario. Todas las semanas Yáñez iba a entregar la reseña de los partidos de balompié que dominicalmente se celebraban en el estadio de “La Polar”. La sección se titulaba “Rodando el Balón”, y aparecía calzada con la firma de Ernesto Azúa, titular de dicha página deportiva.
La vocación por el balompié, donde había hecho sus pininos el joven Alberto bajo el mote de “Tobita”, lo impulsaba a ese sacrificio Por amor al arte, compensado ampliamente con la íntima satisfacción de saber que el verdadero autor era él, aunque el mérito se lo adjudicara un aprovechado burócrata.
Su constante deseo de superación y su prodigiosa iniciativa hizo que me embullara a colaborar con él en el mejoramiento de dicha crónica.
--¿Cómo? Le pregunté.
–Tú me dibujas varios futbolistas en distintas posiciones y yo mando a hacer cuños para reproducirlos con un gomígrafo sobre el papel donde previamente esté impresa el área de la portería. De esta forma puedo reproducir gráficamente la jugada definitoria, es decir el gol.
Locuras artesanales como esa se le ocurría a menudo en medio de un periodismo altamente competitivo, pero falto de originalidad. Por eso cuando en octubre de 1961 se creó la revista deportiva L.P.V. Yáñez y yo, convocados por Pepe Llanusa, formamos parte del staff fundador. Entre otras cosas, creamos una sección fija de humorismo titulada “Garabatos Deportivos”, donde surgió mi primer y pretendido personaje “cómico” en la prensa llamado “Hiperbolo”, una especie de super-atleta, que de tanto exagerar hace ridiculeces. Él como escritor, y yo ilustrando sus trabajos formamos allí una química especial.
Ese mismo año entramos a PALANTE juntos. El de la mano de su hija quinceañera Mirtica, ya picada por el bichito de las letras; con la diferencia de que yo pertenecía a la nómina del semanario y él lo hacía de nuevo Por amor al arte.
Durante más de 25 años colaboró honoríficamente con variados aportes, tanto en los trabajos deportivos, fundando la sección “Palante en pelota” que la continuó el inolvidable Betán, como también con críticas y crónicas costumbristas. Pero si algún regalo nos dejó, fue su impronta reflejada durante años en la página de entretenimientos, y a pesar de sus compromisos laborales, jamás incumplió el cronograma de la publicación con carácter gratuito, es decir: Por amor al arte; expresión esta en proceso de extinción por las condiciones socio-económicas actuales.
En mi modesta opinión, allí—en dicha sección fija--también sentó pautas, pues tampoco utilizó los manidos Crucigramas, tan buscados en el resto de las publicaciones ilustradas; él se valió de otros atractivos más originales como: Charadas, adivinanzas, anagramas, problemas matemáticos, y hasta trucos de magia, lo que en cierta ocasión provocó una reprimenda de algún prestidigitador al verse desprestidigitado: Es decir descubierto pero—claro--siempre en son de broma.
Vaya aquí otra anécdota de su personalidad contada por él mismo:
“Nos habíamos mudado para uno de los apartamentos de la Habana del Este; yo trabajaba en un banco de la Habana Vieja, y diariamente iba a la hora del almuerzo a la casa. En una ocasión llamé por teléfono a Nena, mi esposa, para avisarle que saldría en ese momento para almorzar. Tras colgar el auricular ella se dirige a la cocina para preparar la comida, y antes de llegar recibe tremendo susto pues me le aparecí de repente. La había llamado desde la tienda de los bajos del edificio y subí las escaleras corriendo. ¡Tremendo susto que se llevó!”.
De Nena, de Albertico y Mirtica sus hijos, y de su perra Penélope tal vez se pudieran contar miles de anécdotas mucho más graciosas y quizá en otra ocasión pudiéramos darlas a conocer, pues constituían en su conjunto una familia sui géneris.
Recuerdo en cierta ocasión, meses antes de celebrarse en Cuba los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana-1981; yo en PALANTE y él en el Noticiero Deportivo de la Televisión, nos unimos una vez más para apoyar, también Por amor al arte la campaña “Mirando al Mar” lanzada por el Comandante en Jefe, debido a nuestra condición isleña y con la misión de rescatar aquellas piscinas olímpicas o no, que en ese momento ofrecían un pésimo estado ante el evento que se avecinaba.
Más tarde la prematura jubilación de Yáñez nos separó un tanto de aquellos arrestos juveniles, pero no los anímicos; pues era visita frecuente a su nuevo hogar, cerca de PALANTE en el Vedado, donde siempre estuve al tanto de las aventuras de Alberto, Albertico, Nena, Mirtica y Penélope…Pero, como diría Pánfilo…¡Eso seria otra historia...!
Lo cierto es que, hace apenas unos días, vibre de emoción durante los últimos Juegos Centroamericanos y del Caribe 2014, celebrados en Veracruz, por la magnífica actuación de todos nuestros atletas, al conquistar el primer lugar del certamen con 123 medallas de oro. Pero sobre todo, por el derroche de amor propio, arrojo y dignidad, con que participaron.
Sin embargo hubo un momento crucial en que vibré con emoción incomparable, y fue durante la actuación de nuestro aguerrido “once” de futbol que, contra todo pronóstico, se enfrentó a los mejores equipos del área—en mi criterio superándolos a todos—para obtener una medalla de bronce que supo a oro de 18 kilates y nada menos que contra pronósticos de expertos, anfitriones mexicanos, y árbitros afines.
En ese momento frente al televisor, la emoción acalló el grito que salía del alma y por mi mente pasó rauda la estampa de “Tobita” corriendo a todo meter tras el balón. Pero, como siempre, con alegría y…Por amor al arte, ya que el fútbol también lo es.
Yáñez era además, un coleccionista apasionado de todo lo que oliera a balompié y en cierta ocasión me obsequió una copia del cartel que presidía la Copa Mundial de Fútbol-1838, en Francia. Al reproducirlo aquí para ustedes, mis fieles vecinos, deseo rendir tributo al hermano que también--y con mucha más razón que yo--hubiera saltado de júbilo junto conmigo ante esta hazaña inolvidable pero; que en gloria esté.
En cuanto a su querida hija, puede contar con mi más ferviente apoyo para su nominación al Premio Jovellanos de la Federación de Asociaciones Asturianas de Cuba, no sólo con mi voto sino con los de todos aquellos que hayan vibrado con su prosa inigualable. ¿Y porqué no? También al benjamín de la familia, prematuramente desaparecido, pero que dejó una huella inolvidable con la increíble historia de Penélope—a la cual también conocí personalmente: iY que de haber nacido artista, hubiese dejado chiquitos a Rin Tin-Tin, Lassie y otros tantos héroes cinematográficos de cuatro patas!.

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