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1 abr 2015

MI BARRIO: SANTA PALABRA


Con este título no quiero referirme a la publicación periódica que con carácter humorístico editaran Los Comités de Defensa de la Revolución, y la UNEAC en medio del más brutal doble bloqueo impuesto a nuestro país por ese indeseable Tío del Norte y que hizo desaparecer no pocos medios masivos de información mientras a otros los condenó a reducir tiradas, frecuencias o cantidad de páginas, entre otras muchas de sus “hazañas” en el sector periodístico y en toda la actividad creadora en el país.
No pasaron de siete las ediciones de MI BARRIO y además fueron milagrosas, porque salieron solo cuando Dios quiso, pero también gracias a los esfuerzos combinados de las instituciones que apadrinaban el proyecto y sus dirigentes de entonces: Abel Prieto y Juan Contino.
La revista abarcaba temas candentes como: las indisciplinas sociales de entonces, las campañas anticubanas, las costumbres de la época, el transporte, la producción y sus dificultades; así como el destaque a las tareas cederistas. Y entre sus colaboradores intervinieron reconocidas firmas como Virgilio, Tulio Raggi, Nuez, Enrique Núñez Rodríguez, Wilson, Betán, Zumbado, Luberta, Arístide, Juan Padrón, entre otros muchos que recuerdo ahora y merecen nuestro reconocimiento.
No abundaré en eso porque “Agua pasada no mueve molino”, sino en un sentimiento mucho más íntimo y abarcador como lo es la palabra MI BARRIO: Ése donde hago la cola del pan nuestro de cada día, persigo la salida del GRANMA, o marco en el pollo y sus variantes: ya de población, de dieta o por pescado, entre otras tareas de un jubilado clase A, B y C. ¿Recuerdan el chiste?
Personalmente lo considero un barrio bendito pues es conocido como Santos Suárez y pertenece a La Habana--capital de todos los cubanos—su municipio más poblado, y por tanto el que más agua consume y derrocha, o el que debiera seleccionar mejor sus desechos sólidos para convertirlos en materias primas reciclables. Es decir valor agregado en vez de tanta basura.
Pero aparte de estas consideraciones, quizás el parque Santos Suárez sea la locación más emblemática del barrio.
Esto viene a propósito de que el 29 de marzo comenzó la Semana Santa, con más de siete días como cantaba Manzanero, pues abre el Domingo de Ramos y culmina el 5 de abril con el de Resurrección.
Hace poco regresé al terruño por reunificación familiar y actualmente vivo a media cuadra de dicho parque por lo que hablo con propiedad, pues Santos Suárez está rodeado de otras beneméritas arterias: San Benigno, San Indalecio, y Santa Emilia, con la sola excepción de Zapote, rica fruta tropical, la cual debiéramos proponer también su próxima canonización para completar la divina manzana.
En su entorno reparten el pan de la enseñanza escuelas tan emblemáticas como las Primarias “Sergio González”, (el Curita), “Raúl Ferrer”, y “Raúl Gómez García”, el poeta de la Generación del Centenario, así como la ESBU “César Escalante”. Durante mi niñez hace setenta años allí solo existía un solo colegio particular, el Instituto Urquiza.
Por si toda esa dicha fuera poco, muy cerca se extienden otras bienaventuradas calles: como San Leonardo, San Bernardino, Santa Irene, San Julio, y San Carlos; hacia Luyanó adoramos a San Nicolás, San Indalecio y San Luis; mientras en dirección al Cerro se extienden los venerables San Luis, San José, San Anselmo, San Quintín, San Salvador, Santo Tomás y Santa Lutgarda y Santovenia que nos iluminan. Además en su viaje a la Habana Vieja nos tropezaremos también con los humildísimos, San Francisco, San Joaquín, San Ramón, y Santa Rosa. Disculpen los beneméritos que falten en el listado debido al paso del tiempo en mi des-memoria, pero lo que sí quisiéramos destacar es la importancia que tiene MI BARRIO para este humilde servidor.
Dicen que el mejor hermano es el vecino más cercano, ambos viven y conviven en la zona, fraternalmente intercambian experiencias, comparten alegrías y sufren idénticos desencantos como la indolencia, la indisciplina, el abuso, el vandalismo y el maltrato—fíjense que hablo en singular, pues todos estos males tienen sus respectivos autores aunque se disfracen con la máscara del anonimato colectivo. Todos somos iguales ante la ley, pero no nos comportamos igualmente ante los problemas y sus soluciones.
Pondré unos pocos ejemplos pecaminosos de MI BARRIO: Precisamente en Santa Emilia, calle preferencial por donde pasan las rutas 37 y 15, los peatones y viandantes se disputan la preferencial de transitarla diariamente a pie de arriba a abajo, tanto de día como de noche, con la excusa del mal estado en que se hallan las aceras por falta de manteni-miento. (Fíjense, esta palabra también está separada por guión no por gusto): A buen entendedor, pocas palabras, pues si nos fijamos bien y seguimos “Tras la Huella” no necesitamos revivir a Sherlock Holmes o a Chan-Li-Po para descubrir a simple vista el o los culpables que abren zanjas de desahogo en sus aceras hacia la calle o realizan acometidas sin cubrirlas debidamente.
Entre todos los dolientes debiéramos predicar o acometer la tarea de descubrir dichas obras públicas por cuenta propia, con el fin  de ayudar a las instituciones que tienen el deber, capacidad y obligación de subsanarlas.
Si vamos a votar por el—NUESTRO DELEGADO—debemos apoyarlo en todo lo que esté a nuestro alcance para poder exigir después. Recordemos un solo caso: Hace algunos años existía un llamado Plan Tareco, por medio del cual los cederistas coordinaban la limpieza de escombros con su recogida y difícilmente se acumulaban estos en las calles.
Actualmente con una simple licencia, la población—cada ciudadano--puede acometer trabajos de mantenimiento y construcción por medios propios en sus viviendas. Sin embargo sus escombros se acumulan indiscriminadamente en cualquier esquina formando junto con las podas masivas verdaderas montañas donde con ellos pernoctan envases, hojas y troncos de árboles, desechos de comidas y bebidas, y hasta animales muertos que necesitan la intervención de equipos pesados para evacuar tanta contaminación. Esto crea un mal mayor: La destrucción de contenes y aceras con las palas mecánicas y equipos pesados.
Ahora, con la llegada de la primavera y la Semana Santa aumenta la temperatura y debemos rezar para que los Vientos de Cuaresma se lleven tanta desgracia acumulada pues sólo con la intervención de una deidad milagrosa podríamos librarnos de los ejércitos de moscas mosquitos y otras alimañas que nos rodean y que yo sepa, San Hipoclorito no existe.
Los que aún duden de estos testimonios que acudan a los archivos fotográficos de TRIBUNA DE LA HABANA, colega que en múltiples ocasiones se ha dado banquete con estas imágenes insólitas.
Y no sigo porque en boca cerrada no entran vectores y llegaron las papas. Amén.





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