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12 ene 2018

¿DÓNDE SINO?



El primer sábado de este año 2018, en el programa de televisión “23 y M” ¿Dónde si no?, la musicalísima Edith Mazola nos sorprendió una vez más. El subrayado es nuestro porque la recuerdo desde sus inicios en el Teatro Musical de Virtudes y Consulado, en el barrio de Colón, a solo tres cuadras de donde yo hacía también mis pininos en el diario EL MUNDO, primero de linotipista y a partir de la nacionalización revolucionaria en 1960, como caricaturista editorialista, cuando ella aun no había nacido.

Esta introducción--en el mejor sentido de la palabra—se debe a un éxito suyo por partida doble: Entrevistar a dos personas que se las traen: Ambos políglotas, revolucionarios y jodedores:

 Argelio Santisteban, nacido en Banes, provincia de Holguín, en 1945--el mismo año en que yo celebraba mis 15 en Luyanó barrio obrero de la capital—él me  ganó por puntos en el periodismo revolucionario porque ”pinchó” en MELLA, BOHEMIA, EL MUNDO, TRABAJADORES Y TRIBUNA. Lo cierto es que, además de todo eso y sus amenas tertulias vespertinas a dúo  con el historiador y podólogo Rolando Aniceto en los portales del Hotel Inglaterra, se ganó además el título de “tertuliano”.

Con el tiempo y un ganchito Argelio se convirtió en un políglota consuetudinario, pues a partir de 1985, parió para la Editora de Ciencias Sociales, una tonga de cubachismos que recogió bajo el título de ”El habla popular cubana de hoy”. Hijo bastardo de otra obra de arte—la edición póstuma del maestro Fernando Ortiz, pues la idea de su “Catauro de cubanismos” apareció por primera vez en 1923—cuando el hijo ilustre de Banes no existía aún—y la edición póstuma que tengo en mis manos data de 1974 gracias a la editorial Ciencias Sociales.

Ambas dos obras tienen sus antecedentes —y descendientes— en la propuesta de Constantino Suárez (a) El españolito —a quien la intelectualidad de la época satanizó, por haber incluido palabras indecentes, por tanto ambos tres llegaron hasta el tuétano de nuestra idiosincrasia, catalogada por el maestro Ortiz como “el ajiaco criollo de nuestro idioma, formado por el chorizo español y la papaya cubana”.

Sólo quisiera agregar que a cada rato leo la dedicatoria que el hermano y maestro Santiesteban me hiciera en la presentación de su libro:  
“Para Blanquito, con fraternal incondicionalidad, Argelio.

Nota: ¿Sabes lo que es blanquito en mexicano?.”

Han pasado 33 años de aquel cuestionamiento y todavía estoy en blanco o en babia —como prefieran ustedes-- porque dicho vocablo no aparece tampoco en ninguno de los dos volúmenes aquí nombrados.

El otro entrevistado de aquella tarde-noche en 23 y M fue nada menos que Pedro Luis Ferrer, quien guitarra en mano también hizo de las suyas defendiendo no solo su obra, sino su pedigrí familiar en el querido Yaguajay --de músicos, poetas y locos-- pues todos ellos Raúl, Rafael, Rogelio, Rodolfo, etc. llevan en el lomo la marca-- R.F.

Durante años mantuve estrechas relaciones con su tío Raúl Ferrer. Se sabe que a partir de la Jornada de la Alfabetización en 1961, como Viceministro de Educación acuñó la frase-- QTATA al cuadrado—que traducida al cubaneo quiere decir “Que cada analfabeto tenga su alfabetizador y que cada alfabetizador tenga su analfabeto.”

Varias veces acompañé al maestro en sus escapadas a Yaguajay. De ahí que me relacionara con él y con toda su familia, con su pedigrí, pero sobre todo con su sentido de la pedagogía:”Lo que se aprende jugando nunca se olvida”. De ahí sus numerosas anécdotas en la escuelita rural del central Narcisa, donde compartió el pizarrón nada menos que con Onelio Jorge Cardoso, por tanto no es de extrañar que en este ambiente surgiera el “Romance de la niña mala”.

Con estos antecedentes poéticos, pedagógicos y musicales, es natural que dicha entrevista sabatina del Canal 8, terminara con Pedro Luis, su música y su guitarra al ritmo de “La vaquita Pijirigua”.

 ¿Con qué se apeará ahora el sobrín? Toma la guitarra entre sus manos y decide hipotéticamente parodiar a esos que la Tierra les queda chiquita, alquilan una parcela en la Luna y se lanzan al espacio exterior. Tienen dinero, fortuna, y recursos pero el idioma les queda grande, suben al cohete, en el apuro pierden el habla y se les queda en La Tierra como un paquete más… Alunizan, pasa el tiempo y… de pronto comienzan a cantar…

“Unmé, dosmé, tresmé, cuatromé, pero sincomé, no se puéviví”.

Felicitaciones a ambos tré: Edith, Argelio y Pedro Luí. Pero ahí mismo me fui a comé antes que empezara el noticiero en la tevé.

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